jueves, 17 de noviembre de 2011

Típico cuento de Caperucita Roja, contado por su abuelita.

 Esta historia me la contó mi nieta. Que si no fuera por un cazador no creo que volviera a hablar con ella:

  Mi hija ordenó a mi nieta que viniera a mi casa porque estaba enferma. La niña salió de casa con una cesta en la que llevaba unas rebanadas de pan y algo de vino. Ella era alegre, siempre estaba cantando y ese día era como cualquier otro. Mientras caminaba, un lobo la estaba observando desde un matorral. De repente el lobo salió y paró a mi nieta en medio del camino. Le preguntó a dónde iba tan guapa y ella contestó con educación mientras recordaba que su madre le advirtiera sobre no hablar con desconocidos. Pero el malvado lobo insistió hasta convencerla de tomar otro camino más corto. Pero era mentira, era mucho más largo y mi nieta lo comprobó yendo por él.
 Yo estaba muy tranquila en mi cama esperando a mi preciosa niña cuando, de un golpe, tiraron la puerta abajo. ¡Era el lobo! Me sacó mi gorrito y mi bata y me encerró en el armario tapándome la boca y los ojos con un pañuelo. Me cerró con llave y se metió en mi cama haciéndose pasar por mí. Yo estaba muy preocupada porque mi nieta no tardaría mucho en llegar... y así fue. Llegó algo cansada y se dirigió a mi cama a llevarme la cesa.
 Desde el armario pude escuchar todo lo que decían. Ella estaba sorprendida por su aspecto; sus ojos, sus orejas, su nariz... todos sus rasgos físicos eran mucho más grandes de lo que eran normalmente. Cuando ella se fijó en su boca, el malvado lobo le dijo que era para comerla mejor. Mi nieta gritó, se dio cuenta de que era el lobo de antes, el que le engañó.
 Un cazador que pasaba por allí escuchó los gritos y entró en la casa a ver qué pasaba. Se encontró al lobo persiguiendo a la niña para comérsela al mismo tiempo que yo estaba dando fuertes patadas en el armario. El cazador no lo pensó más. Le golpeó con la escopeta en la cabeza y éste falleció. Ella me dio un abrazo muy fuerte. Estaba muy guapa con su capuza roja característica y una sonrisa entre lloros que me alegró muchísimo. No supe como agradecerle al simpático hombre lo que había hecho.




7 comentarios:

  1. ¡Uf!, menos mal que pasaba por allí el cazador. Si no, esta abuelita que tan bien sabe narrar las historias se habría quedado sin poder abrazar a su guapa y llorosa nieta.
    Muy bien, Soñadora.

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    1. que tonto es no es la historia corecta que cuenta la abuelita

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  2. esa no es la version original

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